lunes, 6 de mayo de 2013

Sobre las normas del gusto

Se estructuró la clase a partir de la lectura “Sobre las normas del gusto” de David Hume, quien intenta solucionar la aparente contradicción entre los siguientes puntos:
  • La subjetividad del gusto
  • La objetividad del gusto
Es cierto que pueden haber cuantos gustos como personas, y eso tiene que ser respetado, pero también hay unos mínimos puestos por la conciencia común ya que no todo es válido.

Entonces el autor propone 5 criterios mínimos para desarrollar un buen gusto:

  1.  Plenitud corporal
  2.  Plenitud mental
  3.  Experiencia
  4.  Conocimiento
  5. Desprejuicio
La postura del autor es bien criticable, ya que es una postura bastante excluyente. Por ejemplo en la salud corporal está básicamente excluyendo a toda persona que tenga alguna dificultad, y aunque es cierto que no se puede confiar en el gusto de un sordo frente a la música, no es cierto en todos los casos. The intouchables, la película francesa del 2012, presenta un hombre cuadrapléjico que aún con su discapacidad tiene un buen gusto, la música, la comida, el arte, ente otros.


 

 En cuanto a la plenitud mental, es cierto que no todo vale, pero es también excluyente, por ejemplo, Van Gogh con sus dificultades mentales, como epilepsia, ataques psicóticos y delirios, aún pudo lograr ser uno de los artistas más fuertes post-impresionismo. Muchas veces ese lío mental si afecta la manera en la que la persona desarrolla su gusto, sino que lo puede llevar a ver otro tipo de cosas y de gustos, que no son malos necesariamente.

Experiencia y conocimiento van de la mano, pues el autor propone que para desarrollar un buen gusto una persona debe: viajar para conocer diferentes tipos de arte, y por consiguiente conocer diferentes tipos de belleza para así poder comparar, y además debe poseer un conocimiento (que Rorty aclaró después no como conocimiento teórico sino como plasticidad mental que se logra a través de la lectura) para así lograr el último, y más defendible criterio mínimo, el desprejuicio.

Esta postura intenta cerrar los gustos y ponernos a caminar en una línea recta, como con los ojos tapados, y tener completamente claro lo que nos gusta, cerrarnos a nuevos tipos de fenómenos artísticos. Una postura que puede ser fuertemente criticada, ya que parte de tener ese buen gusto es estar abierto a todo, independientemente de lo que sea, pero que éste sea bien argumentado y presentado, que sea estéticamente valioso.

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